Cuando tenemos que
asumir el proceso de separación llámese de cualquier índole como: inmigrantes,
por enfermedad, por alcanzar metas estudiantiles o lo más duro que nos pueda
pasar abandonar nuestro país por cualquier causa; se hace cada vez más evidente
el gran valor que tiene la familia, el amor paternal, el amor maternal, filial,
fraternal como el de la amistad verdadera, ésa que se pone a prueba en los
momentos de dilemas éticos y en el encuentro verdadero.
Al separarnos
geográficamente y físicamente nos damos cuenta de cuánto vale cada relación,
cada persona con la cual interactuamos, cada hombre o mujer que amamos o
queremos, apreciamos, admiramos y respetamos.
Este alejarnos de lo que nos dá seguridad, placer y sosiego, permite
aclarar si las personas con las cuales tenemos una relación familiar, de
amistad, laboral o social, son realmente valiosas para nosotros y determinar en
qué medida somos recíprocos con dios y con estas personas, por el maravilloso don
de ser su familiar, amigo o colega.
Aprovechemos estos
días de navidad para ejercer el poder de la declaración del amor para decir
cuánto las amamos, del perdón para liberarlos de los errores pasados y del
agradecimiento para decirles cuanto apreciamos como son y lo que han hecho,
hacen o harán por nosotros; acortando las distancias geográficas y físicas, con
la fuerza del espíritu, que vence toda barrera material, recórdandonos que no
necesitamos estar distantes para valorar nuestros más grandes tesoros.
Lic. Brigitt de Sánchez
Cnp 16616
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