Cuando se
acercan las fechas navideñas, lo primero que la mayoría de las personas piensan
es en los regalos, la ropa nueva y las fiestas, pero todo ese agite nos lleva a
recapacitar que los recuerdos son nuestros verdaderos regalos sentimentales que
llevaremos por siempre en nuestros corazones.
Recuerdo que
mis navidades cuando era una niña, era arreglar la casa con un simple adorno en
la puerta, no teníamos arbolito, sino una raíz de un árbol que decoraba mi
hermano pequeño, mi mamá hacía un hermoso nacimiento que aún conservamos, ella
también hacía una rica ensalada de gallina, y bailábamos al son del último
disco de la billos caracas boys, probé las hallacas más ricas de los amigos y
vecinos y esperé con la mayor ilusión al niño Jesús.
Luces y unión
familiar decoraron mis navidades, dejando un legado de hermosos y sencillos
recuerdos que alegran el alma y a la vez llenándola de nostalgia.
Algunas luces
han dejado de encenderse, amigos que se han mudado, y seres queridos como mis
padres, que nos iluminan desde el cielo, en unas hermosas estrellas en el
firmamento.
Ante estos
tiempos de cambios, les pido que algo se mantenga: alumbremos nuestras
navidades con la luz imperecedera de Dios, a través de la unión familiar,
creando de esta manera, el verdadero recurso vital del amor.
Lic. Brigitt de
Sánchez
Cnp 16616
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