La patente de
corso (del latin cursus), era un documento entregado por los monarcas de las
naciones o los alcaldes de las ciudades, por el cual el propietario de un navío
tenía permiso de la autoridad para atacar barcos y poblaciones de naciones
enemigas, y de esta manera el propietario se convertía en parte de la marina
del país que atacaba.
La frase patente
de corso suele emplearse irónicamente para referirse a áquel que hace lo le parezca
conforme a sus caprichos como si gozarán de un permiso especial.
En realidad,
poseer una patente de corso era tener
permiso o autorización para realizar actos que estaban prohibidos a los demás.
Para aquellos o
aquellas que crean tener tal patente en estos días, deben ser muy cautelosos
porque los abusos muchas veces se vuelven en contra de ellos mismos, recuerden
todo lo injusto se paga.
Vivamos con
respeto que es uno de los valores fundamentales del hombre, para vivir en paz
en esta sociedad.
Las patentes de
corso ya no existen en esta vida, ni piratas en el mar.
Lic. Brigitt de sánchez
Cnp 16616
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