jueves, 14 de marzo de 2013

ANECDOTA DE JUAN PABLO II

El Papa Karol Wojtyla, (JUAN PABLO II) en una sala del Vaticano, recibió a una de las más altas jerarquías religiosas del judaísmo, el gran Rabino del Estado de Israel, Meir Lau.
La formal entrevista se llevó a cabo en fraternal marco y quedó espacio para un relato anecdótico.
El religioso judío narró al Sumo Pontífice un hecho acaecido algunas décadas pasadas, en una ciudad europea.
Le contó que terminada la Segunda Guerra Mundial, una mujer católica se dirigió al párroco de su pueblo, para hacerle una consulta. Ella y su esposo, tenían a su cuidado, desde los días de la guerra, a un pequeño niño judío que le habían encomendado sus padres poco antes de haber sido enviados a un campo de concentración.
Los padres del niño, que perecieron en el trágico infierno, habían previsto para él un futuro en la tierra de Israel, soñaban con ello.
La mujer se encontraba ante una encrucijada y pedía al sacerdote católico un consejo, ya que su intención era bautizar al niño en agradecimiento por haber sobrevivido a la masacre.
El párroco tuvo una clara, comprensiva y sabia respuesta: “Se debe respetar la voluntad de los padres”.
El citado niño judío fue enviado al entonces naciente Estado de Israel, donde se criaría y educaría.
La anécdota resultó muy interesante para Juan Pablo II, y pasó a ser más conmovedora aún, cuando el gran Rabino le aclaró la identidad de aquellas personas:
“Usted, Su Santidad, era ese párroco católico, y ese niño huérfano... era yo”.
MUCHAS GRACIAS SU SANTIDAD
Lic. Brigitt de Sánchez

Cnp 16616

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