Cuando
llegaba el día domingo mi papá siempre nos hacía las cotufas, pero no son como
las que vienen ahora en empaques especiales para ser cocinadas en el
microondas, sino la bolsita de papel llena de granitos de maíz. Papi las ponía
en una olla con aceite y tapaba la olla, al comenzar a cocinarse los granitos
emitían ruidos, y papi nos decía que eran los indios que ya venían a vernos.
Bueno éramos chiquitos y se lo creíamos cada vez que vivíamos esa hermosa
tradición familiar.
Un poquito de
historia nos cuenta que las culturas precaincas ya elaboraban palomitas de maíz
bastante antes de la llegada de los españoles, al haberse encontrado restos de
ellas en tumbas.
En 1492, Cristóbal
Colón notó que los aborígenes americanos hacían sombreros y corpiños con
palomitas de maíz, que vendían a los marineros.
Alrededor del año
1612, los exploradores franceses documentaron que los indios iroqueses hacían
explotar maíz en potes de arcilla, utilizando arena ardiente. También
informaron que durante una cena iroquesa, se consumía cerveza y sopa hechas a
partir de palomitas de maíz.
Los primeros
colonos norteamericanos comían palomitas de maíz en el desayuno, con azúcar y
crema.
En 1885, Charles Cretors
(de chicago, EE.UU.) Patentó la máquina comercial para fabricar palomitas de
maíz. La costumbre de comer palomitas en los cines se puso de moda en estados
unidos desde 1912.
Hoy en día es
sinónimo para ver una película en casa o en el cine con la familia, con amigos
y disfrutar de ese gran momento. Sin cotufas no hay diversión. Su olor
característico invade mi corazón al recordar a mi papá diciéndonos:
-¡allí vienen los
indios! Y cuando no escuchábamos nada, las cotufas ya estaban hechas calentitas
para todos nosotros. ¡Buen provecho!
Lic. Brigitt de Sánchez
Cnp 16616
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