Hoy les
contaré una fábula que me dijo mi papá hace muchos años atrás y que tiene un
gran sentido de la vida.
“un grupo de ranas
paseaba por el bosque, y de repente dos de ellas cayeron en un hoyo profundo.
Todas las demás ranas se reunieron alrededor del hoyo. Cuando vieron que
profundo era el hoyo le dijeron a las dos ranas que se debían dar por muertas,
sin embargo las dos ranas hicieron caso omiso a los comentarios de sus amigas,
y siguieron tratando de saltar para salir de allí.”
Las otras ranas
seguían insistiendo que sus esfuerzos serían inútiles, pero finalmente una de
ellas se rindió y se murió.
La otra ranita
seguía saltando tan fuerte como le era posible, una vez más sus amigas entre
comillas le gritaban que no siguiera porque era imposible salir de allí, más
pudo su actitud de ganadora que finalmente logró salir del hoyo.
Cuando salió, una
de las ranas le dijo: “me da gusto que hayas logrado salir, a pesar de lo que
te gritábamos”
La ranita como
pudo le explicó que era sorda, y que ella pensaba que le estaban animando más
para salir del hoyo.
¿Qué les pareció?
Es increíble el poder que tiene la palabra. En este caso, hemos visto que puede
significar la vida o la muerte. Una palabra de ánimo, de aliento, puede ayudar
a alguien a remontar una enfermedad, un problema emocional o lo que sea.
En cambio una
palabra negativa a alguien que está atravesando un mal momento puede suponer
que abandone definitivamente.
Vale la pena
reflexionar un momento sobre esto y tomar conciencia de ese poder que tienen
las palabras de crear o de destruir.
Hasta aquí llega
este relato, no sin antes que mis amigas las ranitas se despidan de Uds.: cuac,
cuac, cuac, cuac…
Lic. Birigitt de Sánchez
Cnp 16616
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